Durante el embarazo decidí
que quería amamantar a mi bebé, no sabía a ciencia cierta el por qué, pero
sentía que era lo más natural, aun así, siempre pensé en la posibilidad de ser
de las mujeres a las que la leche las
abandona, o les sale un líquido que parece leche, pero no contiene nutrientes,
leche de mala calidad (ahora sé que son mitos).
En navidad tenía 30
semanas de embarazo, recibí entre otros regalos un biberón, una cucharita con
las medidas para la fórmula, un termo para biberón… “debe ser más difícil de lo
que creía tener la suerte de que tus pechos den buena leche”, pensé al ver
todos los regalos.
Al nacer mi hija, nació
también el miedo a hacerle daño, con el transcurso de los meses, el parto por cesárea,
la maternidad no empoderada, y los
constantes comentarios como: “Mira, se chupa el dedo y se desespera”, “esta
niñita debe tener hambre, dale un biberón para que quede llena”, hicieron que
recurriera a la pediatra, quien me regaló un tarro de leche de fórmula
sentenciando: “tendrás que pasar a la lactancia mixta, tu leche no le está
aportando todo lo que debería, su percentil es muy bajo y está subiendo muy
lento de peso”.
Tras un mes de lactancia
mixta en donde me hice la idea de que mi leche era mala, y sentí que había sido
una arrogante al pensar que sería una de las afortunadas con leche de calidad,
hablé con una amiga Argentina, quien me preguntó si estaba amamantando. Tras
contarle lo sucedido mi amiga indignada me comenta “pero si eso no pasa, todas
las mujeres tienen buena leche, ¡son mitos!, la pediatra está desinformada,
busca información”. Así llegué a la Liga de la Leche, a la OMS, y me sumergí de
lleno en la lactancia materna, entendiendo primero que muchas personas que
quieren ayudarnos, en realidad no saben mucho, y terminan logrando lo
contrario. Abundan los mitos, pero la verdad es que la leche de mamá nunca es
mala, la lactancia materna no debe acabar con la ablactación, lo que comemos no
causa cólicos al bebé, prolongar la lactancia si mamá y bebé están de acuerdo
es la mejor decisión, para estimular la producción no hay fórmula más mágica
que la succión a libre demanda y que la
mayoría de los medicamentos son compatibles con el amamantar, son las
realidades de la lactancia.
Luego de esto mi
experiencia con la lactancia cambió radicalmente, hice a un lado los fantasmas
y la tomé como una parte importante de la maternidad, pero una parte que se
goza, algo de lo que las mujeres somos
capaces, es puro instinto, no hay tiempos, no hay horarios, solo están tú y esa pequeña criatura que se gestó en tu
vientre, que debe tener acceso a tu pecho constantemente, sin mayor protocolo,
sin pautas.
Trinidad tiene 15 meses,
aún con lactancia materna, debo decir que nunca en mi vida me sentí más mujer,
más poderosa, más mamífera, más loba.
Escrito por: Nicole
Varas Baéz.
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